Cuando nos preparamos para emprender un viaje, siempre nos lo hacemos cuidando que no nos falte nada, desde la vestimenta (acorde al viaje que realizaremos) el analizar qué y dónde comeremos, revisar las rutas que seguiremos, donde dormiremos, horarios de salida y llegada, ordenando en nuestra valija todos los elementos necesarios. Cada detalle debe ser tenido en cuenta para tener todo listo ese día tan esperado. Nada puede faltar, nada debe encontrarse fuera de su sitio
Cuando un niño, joven o adulto va a recibir el Bautismo, debe prepararse para este viaje que concluirá, con la gracia de Dios, en la casa del Padre, en su abrazo eterno y vida bienaventurada.
¿Cómo nos preparamos para ser recibidos por la Iglesia a través del sacramento del Bautismo?
¿Cómo nos preparamos para recibir la fe, el Espíritu Santo, la gracia santificante?
¿Cómo nos preparamos para ser constituidos como hijos adoptivos de Dios y coherederos de su Reino?
¿Qué tiempo y esmero le dedico a eso?
Pensar en los orígenes del catecumenado nos puede ubicar en un camino de reflexión sobre la importancia del bautismo y del camino que le sucede al mismo.
Ya a los inicios de la Iglesia, posterior a los tiempos apostólicos, y debido a la gran estima que se tenía por el sacramento del bautismo, se exigió una especial preparación para los candidatos a ese sacramento.
Esta preparación se fue sistematizando a partir del siglo II, a medida que el número de cristianos crecía y fue en el Concilio de Elvira (año 305) cuando se fijó una duración de dos años.
Este período fue denominado “catecumenado” y a los que pertenecían a él se los llamó “catecúmenos” (palabra griega que significa oír) o sea “oyentes”.
Al comienzo su formación fue privada, luego se fue formalizando en escuelas catequéticas o catequesis.
Si bien los catecúmenos eran considerados fieles, se encontraban excluidos de algunos ejercicios típicos del resto, como ser, en la celebración de la Eucaristía, donde sólo podían participar de la primera parte (antes del oficio eucarístico), por lo cual esta parte fue conocida como la misa de los catecúmenos.