Propuestas para comprender la figura y compromiso del laico en la Iglesia hoy.

Dios es quien siembra, hace crecer y cosecha.

Continuando con los artículos que venimos desarrollando de Nicolás Lafferriere el cual dejamos los links de los dos anteriores debajo y en el gran marco que nos ofrece el Concilio. Nicolás desea poner de relieve lo que considera son grandes presupuestos para comprender la figura y el compromiso del laico en la Iglesia hoy. El primero, el cual trataremos en este escrito es que Dios es quien siembra, hace crecer y cosecha.

Sencillamente se trata de reconocer que el sembrador que sale a sembrar en el mundo es Cristo, Hijo eterno de Dios, bajo la acción del Espíritu y cumpliendo el Plan del Padre. Nosotros somos simples servidores (cf. Lc. 17,10). Nuestra tarea en el mundo es don, gracia, obra de Dios. Según mi parecer, el sacerdote tiene más conciencia de su carácter instrumental, aunque por supuesto también puede querer arrogarse los “poderes” que le concede el ministerio. Pero, de alguna manera, como ministro, su vida está más impregnada de la función de “vicario”. 

En cambio, el laico, cuando asume a fondo esa tarea de trabajar en el orden temporal, queda más expuesto a la tentación de pensar que lo que consigue para mejorar el mundo, como los progresos en la medicina, o las comunicaciones, o la producción de bienes y servicios, es una obra exclusivamente suya. De hecho, hoy está muy presente la tentación de entender la autonomía de las realidades temporales de forma “absoluta”, escindida, alejada de Dios. 

Lo denuncia el Papa Francisco en Laudato Si’: “La desaparición de la humildad, en un ser humano desaforadamente entusiasmado con la posibilidad de dominarlo todo sin límite alguno, sólo puede terminar dañando a la sociedad y al ambiente. No es fácil desarrollar esta sana humildad y una feliz sobriedad si nos volvemos autónomos, si excluimos de nuestra vida a Dios y nuestro yo ocupa su lugar, si creemos que es nuestra propia subjetividad la que determina lo que está bien o lo que está mal” (n. 224). 

Por eso, creo que el primer presupuesto de todo laico es reconocer que su tarea encuentra en Dios su fuente y culmen. Él es el sembrador, él es la semilla, él hace crecer, él cosecha. Por supuesto, la gracia requiere de nuestra cooperación, de nuestra libertad. En ese misterio de gracia y libertad se despliega la tarea laical. Tenemos que ser conscientes de ello y pedir siempre la fuerza de la gracia operante en nosotros y poner la completa disposición de nuestra libertad para ser esos buenos servidores. Esta tarea consiste en asociarnos a Cristo, configurarnos a Él, por la acción del Espíritu Santo en nuestros corazones. 

Por Nicolás Lafferriere.

Continuará…

 

Primer artículo:  https://movimientopuente.org/2023/01/18/los-laicos-y-su-mision-en-las-realidades-temporales/

Segundo artículo: https://movimientopuente.org/2023/02/02/la-legitima-autonomia-de-las-realidades-de-hoy-concilio-vaticano-ii/

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