ACOMPAÑANDO A CRISTO EN LA PASCUA

Estamos cercanos a la vivencia de uno de los momentos más importante para el Pueblo de Dios y no solo por celebrar o recordar un momento dentro del año sino porque es la vivencia del momento salvífico de toda la humanidad. Muchas veces por los ruidos de lo cotidiano se nos puede pasar desapercibido el peso y la vivencia de este gran momento “La Salvación para todo el mundo”.

Es un tiempo que invita a una reflexión muy profunda, un tiempo de revisión y vivencia del mayor gesto de Amor que Dios tiene hacia todos nosotros a lo largo de todos los tiempos.  Es un tiempo de Amor, perdón y reflexión. Un tiempo para agradecer por lo vivido y por lo que tenemos por delante.

Lo importante de este tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por amor a nosotros y el poder de su Resurrección.

Y quizás para esta celebración podemos citar una de las lecturas por excelencia que nos introduce en la vivencia de la Semana Santa es la de la pasión de Cristo en el libro de Lucas 22. Sobre todo, en el versículo 14 y 15 comienza diciendo:

“Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:

He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión”.

“Llegada la hora” es una frase que no debe pasar desapercibido para transitar nuestra propuesta de acompañar y reflexionar sobre la Pascua de Jesús, allí donde Cristo comienza su pasión, donde se cumple “El gesto de Amor”. Allí donde se concreta todo lo que nos ha prometido.

Y para ir adentrándonos en esta frase de las horas, veamos que significan o cómo se organizaban las horas en los tiempos de Nuestro Señor.

Las horas judías en los tiempos de Cristo:

En palestina el tiempo cambia muy poco, el sol sale alrededor de las 6 de la mañana, y se pone alrededor de las 6 de la tarde, casi todo el año.

Estas eran las horas de trabajo, y se dividía en cuatro partes, cada una de cuatro horas, dando la última hora el nombre a ese grupo de tres horas. Por ejemplo:

La hora nona era alrededor de las 3 de la tarde, tengamos en cuenta que el tiempo no se medía exactamente como hoy, y la regla del nombre no siempre se seguía al pie de la letra.

El nombre de las horas, por lo general en esos tiempos era:

La hora primera, a la salida del sol, como a las 6 de la mañana.

La hora tercera (o tercia), como a las 9 de la mañana.

La hora sexta, a las 12 del día.

La hora novena (o nona) a las 3 de la tarde.

La hora undécima, a las 5 de la tarde

La hora duodécima, a la puesta del sol, o sea a las 6 de la tarde.

Este sistema de horas ha sido tomado, en primer lugar, de los evangelios, y donde no hay precisión, de las costumbres de los judíos en aquella época, y en última instancia de la reflexión y deducción personal.

No olvidemos que la ciudad no era plana, sino que había muchas subidas y bajadas, lo que hacía cansador y difícil el traslado de las personas y al ser un terreno irregular el tiempo de viaje variaba de una zona a otra.

Es muy interesante ir conociendo estos datos para ir adentrándonos en el clima de la pascua sabiendo a que se refieren las horas en los tiempos de nuestro Maestro Jesús.

Continuaremos reflexionando sobre las horas en esos días santos, y quizás este sea el inicio de este caminar en la pasión de Cristo, ya que en las próximas entregas iremos ingresando en las horas de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, día a día. Seguramente terminemos reflexionando que no solo acompañamos a Jesús en esas horas, sino que Él nos ha estado acompañando a nosotros en la Semana Santa.

En la próxima entrega los invitamos a introducirnos aún más y reflexionar en las horas del jueves Santo.

Dios los bendiga, hasta la próxima.

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