¿Qué es la oración? La oración es la elevación del alma a Dios, o la petición a Éste de bienes conformes a su voluntad. La oración es siempre un don de Dios que sale al encuentro del hombre. La oración cristiana es relación personal y viva de los hijos de Dios con su Padre infinitamente bueno, con su hijo Jesucristo y con el Espíritu Santo, que habita en sus corazones (compendio Catecismo de la iglesia católica 534).

La oración es hablar con Dios, y deseamos que nuestros hijos lo hagan a diario, por eso buscamos hablarle a ellos, desde pequeños sobre Dios, pero antes de hablarles a los hijos de Dios, es esencial hablarle a Dios de los hijos, es decir orar, hablar con Dios, dialogar con El para pedirle cada día que nos acompañe en la tarea de educar a nuestros hijos en la fe, y robustecer esa fe entregada en el bautismo.

La oración tiene dos dimensiones: la individual y la comunitaria.

  • Por un lado Jesús nos da un consejo: (Mt6, 6)
  • Por otro lado Jesús promete su presencia especial al que ora en comunidad (Mt18, 20)

Las dos cosas, la oración individual y comunitaria deben complementarse. La primera, nos ayuda a hacer más íntima y personal nuestra relación con Dios. La otra, en familia, Iglesia, u otro grupo de oración, nos hace sentir y crecer como hermanos en la familia de Dios. (Vivir con Cristo).

Desde pequeños, debe inculcarse el hábito de hablar con Dios. Antes de que el niño aprenda a hablar se puede enseñar a hablar con Dios. En esta sencilla ficha veremos pautas para tener en cuenta y no dejar pasar oportunidades, tal vez únicas, de lograr un vínculo con Dios que nos ayude a recurrir a Él durante toda nuestra vida y la de nuestros hijos.

Repetición de oraciones básicas del cristianismo.

No es necesario hablarles a los hijos de Dios, dándoles una magistral catequesis antes de introducirlo en la oración; todo lo contrario, iniciándolos en la oración podemos facilitar luego el hablarles de Dios de manera más sistemática.

  • En la cuna, o en los brazos de mamá y papá antes de dormir o al despertar, se pueden repetir estas oraciones, las que se grabarán desde niños en su mente y su corazón. Estas pueden ser: El padrenuestro, Avemaría, gloria, ángel de la guarda.
  • La bendición la mesa. Antes de comer, desayuno, almuerzo, merienda o cena, juntar las manos para pedir a Dios su bendición y dar gracias por los alimentos. Una bendición sencilla puede ser:
    «Bendícenos Señor y bendice estos alimentos fruto de tu generosidad, pera que mantenidos por ellos, nos dediquemos a tu santo servicio. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén»
  • El rezo del rosario por parte de los padres. Aquí no se pretende que los niños pequeños lo recen pero el ejemplo de los padres puede atraer, con el tiempo, a esta práctica. En una ficha posterior nos dedicaremos de lleno al Santo Rosario y los niños.

Participar en la oración comunitaria.

Vimos la importancia de la oración comunitaria, pero ¿Dónde puedo acudir para realizarlas? ¿Lleva mucho tiempo y hay muchos quehaceres en la casa?

En nuestra parroquia más cercana podemos participar de diversas actividades oracionales que nos brindarán una especial vivencia de Cristo y nos fortalecerá como comunidad. Estas pueden ser:

  • La Santa misa, en ella compartimos el sacrificio de Cristo en el Altar, en ella compartimos con toda la comunidad «Iglesia» Rezo del viacrucis, en cuaresma podremos encontrarnos con esta práctica en nuestra parroquia. En ella transitaremos el camino de la Cruz, con nuestro Señor Jesucristo.
  • Adoraciones eucarísticas. Podremos contemplar en ellas a Jesús mismo, delante nuestro, esperando escuchar nuestras plegarias, nuestras alegrías, tristezas, proyectos y sueños.

Si Bien, no es del todo sencillo participar de estos momentos con nuestros hijos, sobre todo si son pequeños, pero aunque sean unos minutos en una adoración, un par de estaciones del viacrucis, o participar en la misa desde el fondo para que los pequeños puedan estirar un momento las piernas, sin distraer a lo demás, esto nos llevará junto a nuestros hijos a formar de a poco una verdadera «iglesia doméstica», donde Dios habite y llene de su presencia todos los días.

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